“En la consulta se despliega lo que sos como ser humano. El buen médico se forma en lo profesional, pero también es lo que es como persona” nos destaca la Dra. J. Cabrera, pediatra del Hospital Alemán.
Los pediatras trabajan en contextos muy diversos: controles de rutina, guardias con situaciones urgentes, internaciones prolongadas, estudios invasivos o diagnósticos complejos.
Juliana trabaja en el Hospital Alemán, no solo con consultas programadas sino también en la guardia. Desde su constante experiencia subraya que acompañar emocionalmente no es algo que se enseña exclusivamente en la formación médica. Es una práctica que se construye a lo largo del tiempo, con sensibilidad y compromiso.
El acompañamiento no es responsabilidad exclusiva del pediatra. Enfermeros, camilleros, psicólogos y todo el personal del Hospital tienen un rol fundamental. La coordinación, el lenguaje claro y la coherencia en los mensajes tranquilizan al paciente y a su entorno.
En todos esos casos, se requiere una habilidad sensible: escuchar, explicar y conectar emocionalmente con cada paciente. El trabajo es compartido.
El poder del juego, el humor y el arte
En la consulta pediátrica no todo es estetoscopios y recetas. A veces, una canción improvisada, un gesto cómplice o un juguete escondido en el bolsillo pueden hacer más que cualquier medicación. El juego, el humor y el arte no son un adorno del tratamiento: son parte del cuidado.
Una figura en la pared o una canción improvisada pueden cambiar por completo cómo se vive la consulta. Cuando un niño está regulado emocionalmente, acepta mejor el examen físico y responde mejor al tratamiento”, explica la Dra. Juliana Cabrera, pediatra del Hospital Alemán.
La consulta médica puede ser también un espacio de encuentro, juego y conexión. Los pediatras, muchas veces sin más herramientas que su creatividad y empatía, encuentran formas de acercarse a cada niño desde lo lúdico, generando un ambiente de confianza que disminuye la ansiedad y potencia el vínculo terapéutico.
Cuando el humor también cura
En esta línea, la Dra. Cabrera destaca el importante labor de los payasos de Hospital, como es el grupo Alegría Intensiva, un equipo de artistas que recorre Hospitales y, con su arte, logra transformar los espacios y brindar momentos especiales a las personas.
“El humor es una herramienta crucial. Hay momentos en los que nosotros como médicos no llegamos, y ellos sí. Acompañan desde otro lugar, con respeto y calidez. Son parte del tratamiento.”
Estas intervenciones no solo generan momentos de disfrute en medio de la incertidumbre, sino que también regulan emociones, alivian tensiones y muchas veces logran conectar con niños que, por diversas razones, están cerrados al contacto médico.
Juliana recuerda un caso en particular:
“Un niño con diagnóstico de autismo estaba muy excitado y angustiado. Mientras gestionábamos su internación, llega Alegría intensiva a la sala de espera. El niño salió, se sentó a observarlos… y se calmó. Participó, interactuó y, por unos minutos, se corrió del foco del malestar. Fue increíble. Lo vi conectar desde otro lugar. Son instancias que alivian, que transforman.”
El acompañamiento emocional no es un “plus”, es parte del tratamiento. Porque cuando un niño o niña se siente contenido, escuchado y comprendido, su cuerpo responde mejor. Y cuando una familia se siente acompañada, también puede acompañar mejor.
En este contexto, cuidar es curar y acompañar emocionalmente: jugar, crear y reír también forman parte del acto terapéutico.